¿Qué nos pidió el cliente?
El equipo de Paycomet había crecido durante la pandemia (la empresa va como un tiro) y con el trabajo remoto había miembros de Bilbao, Valencia, Madrid… que nunca se habían conocido en persona, así que pensaban montar algo en Barcelona que permitiera ponerse cara, pasarlo bien y estrechar lazos entre sus 33 trabajadores.
¿Qué hicimos nosotros?
Invitarlos a comer a casa, pero literal. No pagar una cena por ahí, no, que eso lo puede hacer cualquiera, sino preparar juntos la comida en casa con buena música sonando de fondo, la brisa corriendo en la terracita, la nevera llena, una ayuda experta que les ayudó a cocinar unos arroces muy sabrosos… y todo ello con unas vistas espléndidas de la ciudad que daban a ambos lados: tanto a Collserola como a Montjuïc. Sin prisa, sin agobios, sin videollamadas. Por un día, los trabajadores de la empresa tecnológica se sintieron acogidos por su empresa, que tiene la central en Barcelona, como si estuvieran en su casa. O incluso mejor.
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