Íbamos a escribir un artículo sobre la importancia de repensar el papel de las oficinas, y cómo en Peculiar elaboramos planes de contenidos para nuestros clientes que incluyen clases de yoga, charlas inspiradoras o incluso teatro. Pero hemos decidido que es mejor contarte cómo empezó todo, porque se nos ocurrió casi por casualidad. ¡Vamos allá!

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Hace 10 meses fuimos a comer con Joan, CEO de uno de nuestros principales clientes en Barcelona. Su empresa es una multinacional que da trabajo a más de 100 empleados en España y está instalada en una oficina preciosa en las afueras de la ciudad con todo tipo de comodidades: parking propio, cantina, unos ventanales que dejan ver un cuidado parque… tiene todo lo que cualquier trabajador podría soñar. Y algunas cosas más que algunos no hubiéramos soñado nunca. Pero había un problema que le preocupaba:

– Tengo un marrón: los trabajadores no quieren volver. Se han acostumbrado al teletrabajo y no puedo obligarlos a regresar. Está claro que se puede trabajar desde casa, pero no es igual. Más de la mitad de la plantilla está en remoto y todo va más lento, hay menos ideas… la motivación ha bajado en picado. Sé que en otros sectores trabajar desde casa funciona incluso mejor, pero necesitamos recuperar el ambiente, la espontaneidad, la magia. Pero es que lo veo imposible, no hay vuelta atrás.

Mientras hablaba, se hacía más y más pequeño y parecía que en algún momento se iba a hacer invisible debajo de la mesa. Podíamos sentir el peso que tenía sobre los hombros: la voluntad real de hacer más fácil la vida de sus empleados… pero al mismo tiempo la sensación de que la empresa necesitaba un empujón urgente. Y que a él se lo iban a dar si no lo lograba. Uno de nosotros le sorprendió:

– ¿Y por qué iban a querer volver? 

Los demás lo miramos con cara rara (y algunos con un miedo de por dónde iba a salir) pero siguió:

– No, en serio. Las oficinas son como las suegras o los lunes o las corbatas o todas esas cosas que la sociedad ha ido cargando de connotaciones negativas con los años. ¡Son lo menos! Pero es que después de la pandemia la ofi ya no puede ser un lugar donde trabajar -eso está claro que se puede hacer en cualquier sitio- sino que tiene que atraer, tiene que innovar, tiene que ser… no sé cómo decirlo… tiene que ser sexy.

Cuando escuché la palabra ‘sexy’, sentí una mezcla entre pánico por perder al cliente y revelación. Sólo había 2 opciones: o pensaba que estamos como una cabra y nos despedía como agencia, o de ahí salía algo loco y bueno.

– Hmmm. ¿Qué propones?

Durante el siguiente mes trabajamos en un programa de actividades para su empresa, destinado a convertirla en otra cosa: un punto de encuentro, una plaza, un ágora. Un lugar donde tenga cabida esa actividad física que consigue que conectes contigo y con los de tu alrededor durante el resto del día, ese café eterno que da pie a una mejor colaboración entre departamentos, ese comentario idiota por los pasillos que se convierte en la mejor idea que te han dado en tu vida. Un lugar donde haya vida, donde pasen cosas.

Tuvimos que hacer un poco de remodelación de la ofi, pero como no va el 100% de la plantilla sobraba sitio: creamos áreas donde hacer ejercicio (yoga, pilates, HIIT, etc), organizamos charlas inspiradoras y motivacionales, montamos talleres de comida saludable a la hora de comer que les sirve para hacerse una comida rica y de paso aprender a hacerlo, incluso conciertos acústicos o funciones de teatro con los propios trabajadores… bueno hicimos muchas cosas. Y las seguimos haciendo, ajustando cada mes el calendario para optimizar las que mejor funcionan y también probando cosas nuevas constantemente. Fliparíais lo que conseguimos con los grupos de encuentro, pero por desgracia no es algo que se pueda contar aquí.

Vamos cerrando, que nos estamos enrollando demasiado incluso para nuestro propio blog.

¿Qué conseguimos?

La mala noticia es que sus empleados siguen yendo sólo cuando les apetece. La buena noticia es que ahora les apetece ir: el 74% de los empleados va 3 o más días a la semana (seamos realistas: nunca llegaremos a los niveles prepandemia ni falta que hace), que su nivel de mails ha bajado y su nivel de cafés compartidos ha subido (concretamente, gastan un 31% más en café que hace 10 meses pero su ROI lo vale con creces), que en una encuesta interna más del 80% aseguró que prefiere trabajar en la oficina que en casa y que el 43% de la plantilla está haciendo 2 sesiones de ejercicio a la semana. Damos fe porque les vemos sudar la camiseta. No, no tenemos fotos. Osea sí, pero no.

Joan está feliz y eso nos hace felices a nosotros. Sus trabajadores también parecen bastante felices. Siguen currando muchas horas al día, pero NO es su único vínculo. Su oficina a veces no parece una oficina, pero es que te diremos algo: las oficinas de antes no existen. Ahora tienen que ser ‘sexy’. El trabajo de antes no existe. Ahora se hace de otro modo. Los empleados de antes no existen. Ahora son personas.

Si ya te has dado cuenta de eso y necesitas un cable para dar el paso, escríbenos a hola@peculiar.es y vemos qué podemos hacer.

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