El concepto ‘marketing musical’ se utiliza a menudo para designar dos conceptos relacionados pero no iguales: por un lado -del que hablaremos en este artículo, que también se conoce como marketing sonoro- a la utilización de la música como una herramienta rápida y eficaz a la hora de conectar con las emociones de nuestro público potencial y asociar así una serie de valores y bienes intangibles a nuestro producto. La segunda es el motivo de que respondamos que NO a muchos mails de artistas que nos piden que les ofrezcamos servicios de marketing especializados en el ámbito de la música, buscando lo que en el sector de la música recibe el nombre de trabajo de ‘promo’ de toda la vida, aunque en los últimos años ha evolucionado tanto que much@s ya no lo asocian a ese concepto. En Peculiar preferimos el primero porque es más dinámico, más creativo, más cambiante y nos divierte más. ¿Por qué? Vamos allá.

¿Qué es el marketing musical?

Según la RAE, el marketing es un “conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda”. Así pues, esta disciplina que se comenzó a forjar en EEUU a principios del siglo XX vivió un verdadero boom en los años 40s con la explosión de la televisión y una nueva revolución a partir de los 90s con el desarrollo de Internet, que introdujo por primera vez lo que se conoce como el ‘marketing de persona’, centrado en la experiencia (y los datos) del cliente.

La música ha jugado siempre un papel importante dentro del marketing, pero la revolución de los medios en los últimos 50 años y la aparición de las redes sociales ha disparado su protagonismo a unos niveles impensables: únicamente en Instagram se publican 100 millones de posts diarios, y sabemos que el 60% de los vídeos se ven con el sonido activo… así que haz el cálculo de las cifras que supone ese mercado para las discográficas.

¿Para qué sirve el marketing musical?

La música es el único arte invisible, pero no por ello tiene menor presencia que los demás y de hecho es uno de sus puntos fuertes: consigue su efecto sin que a veces nos percatemos de su existencia. Así, el marketing musical se emplea para:

  • Generar emociones. Ya sean de tristeza, de alegría, de comicidad o de suspense… el tono de la música nos predispone de una manera u otra hacia lo que estamos viendo.
  • Activarnos o relajarnos. Hace muchos años que los supermercados, tiendas de ropa y todo tipo de establecimientos ponen música con un tempo acelerado cuando quieren que la compra sea rápida y relajada en las horas valle cuando tienen la tienda más vacía. Lo mismo pasa en los bares que saben influir a su clientela con esta técnica.
  • Transmitir valores. Los artistas son marcas personales en sí: les atribuimos una serie de valores y bondades (o no) a los que las marcas se quieren asociar. Por eso el ‘Libre’ de Nino Bravo se ha convertido en emblema de tantas compañías o el ‘Walk on the wild side’ de Lou Reed ha sido la escogida por Johnnie Walker para su última campaña cuando se cumplen ya 50 años de su publicación.
  • Delimitar tu target. ¿Te acuerdas de la canción de Geropa del anuncio de Clio? Pues eso: en el momento en que usas una canción, defines quién es el público al que te diriges, porque aquellos a los que le toque la fibra son tus potenciales clientes.
  • Notoriedad de marca. Durante los primeros años de los móviles, quizá recuerdes que la opción de personalizar el tono de la llamada era muy popular. Pero pasó una cosa con el sonido propio de iPhone y es que los usuarios no lo cambiaban porque querían que la gente supiera que tenían un iPhone, se convirtió en un símbolo de status que dura hasta nuestros días. Es un poco odioso escucharlo, pero definitivamente reconocible.

Aplicaciones del marketing musical

Hay muchos más, pero hemos elegido 5 ejemplos donde la música y el marketing musical constituyen un dueto perfecto:

  • Canciones. Los casos más claros son aquellos en que las marcas recurren a artistas de renombre para componer piezas ad hoc como este anuncio de Bankinter por Dvicio o la campaña ‘Ciudadanos de un lugar llamado mundo’ que mantuvo varios años San Miguel con todo tipo de artistas. La canción (y la interpretación del artista) son el único mensaje a transmitir: ya sea una oda al cosmopolitismo o una alegoría a nuestra cuenta corriente. Lo importante es la creatividad y el enfoque que cada uno le da, así como la estrategia de marketing musical que hay detrás.
  • Eventos con sonido propio. Si te dicen batallas de gallos, ¿en qué marca piensas? ¿Y si te hablan del ciclo SON? Pues sí, Red Bull y Estrella Galicia son dos buenos ejemplos de apuestas por crear eventos propios donde la música sirve para atraer a su público potencial y generar una experiencia en la que ellos tienen todas las de ganar.
  • Patrocinios de giras y festivales. Mastercard, Budweiser, Vodafone… hay infinitos ejemplos de marcas que han apostado por aprovechar la energía de los directos para fidelizar a su público. ¿Cómo? Generando leads en la compra de entradas, realizando acciones en el punto de consumo, generando interacciones con el departamento comercial y en definitiva convirtiendo una experiencia ilusionante para el público en una oportunidad para asociarse con los valores de ese artista.
  • Generación de contenidos. La colaboración por excelencia en los últimos tiempos, con ejemplos como los de Aitana o Sebastián Yatra poniendo la música y la cara por McDonalds. O a Lola índigo protagonizando la campaña de Tezenis
  • Sincronizaciones musicales. El 99% de las campañas de publicidad cuentan con una banda sonora memorable que evoca sentimientos emotivos, divertidos o incluso casos como el de Estrella Damm donde la canción se convertía en la banda sonora de nuestro verano. La canción no es sólo un complemento, es el lienzo sobre el que transcurre la acción y su tono nos indica cómo debemos reaccionar ante lo que estamos viendo.

En Peculiar somos especialistas en marketing musical y marketing sonoro, llevamos más de 15 años dedicados a la combinación de estas disciplinas que son un poco como el brownie y el helado de vainilla: por separado son buenos… pero juntos son capaces de ponerte la piel de gallina.

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